Jessica Olmedo
Mi primer encuentro diocesano fue el que se celebro en Ciudad Rodrigo (Salamanca) con motivo de la JMJ de Río en 2013 y he de decir que cambio todo mi punto de vista, no solo sobre estos encuentros sino que también me enseño a vivir mi fe de otra manera. Antes de esta experiencia, no estaba interesada en este tipo de cosas, por así decirlo no sabía sentir al Señor, hasta que decidí darle una oportunidad, como a todo en esta vida; y me gustó, me gustó tanto que como ya os he dicho me cambió mi forma de ver la vida.
Al año siguiente repetí con otro encuentro que se propuso; esta vez realizamos un tramo del Camino de Santiago, pasando después unos días en Lourdes y finalizando en Barbastro. Otra experiencia inolvidable, distinta a la anterior, pero igual de buena.
Pensareis que en todos estos encuentros, lo único que hacemos es rezar y rezar sin parar, como yo pensaba, pero no, no consiste en simplemente eso, también en aprender de los demás, ayudarse mutuamente y vivir la fe en comunidad. De verdad, no sabéis lo bonito y reconfortante que es ver como gente muy distinta, tanto de procedencia como de opiniones, son unidas por la misma creencia.
Este año toca ir a Ávila, al Encuentro Europeo de Jóvenes y ¡que ganas de que llegue ya!; se han preparado varias actividades para poder disfrutar de este nuevo encuentro al máximo y no tengo ninguna duda de que será tan bueno como los otros, con muchísima más gente nueva y por supuesto con aquellos que ya nos conocemos.