Testimonio voluntariado en la residencia de ancianos
Este sábado 3 de diciembre fuimos a la actividad de voluntariado organizada por la pastoral juvenil de nuestra diócesis. Se realizó por la mañana en la Residencia de la Beneficencia. Corrían las 11.00 de la mañana cuando una veintena de jóvenes se presentaron en la Residencia de la Beneficencia con ojos y oídos bien abiertos y manos bien dispuestas a servir en lo que fuera necesario. Después de una acogida estupenda y cariñosa por parte de las hermanas de la caridad, la hermana Sor Elo nos introdujo y dirigió unas palabras de bienvenida con su característica sonrisa y semblante lleno de paz. Nos animó a encontrar a Cristo en el rostro de todos los ancianos con los que íbamos a tratar. En seguida entramos en la sala de estar donde nos esperaban muchos ancianos. Entramos y aunque al inicio con un poco de timidez rápidamente nos distribuimos espontáneamente por las mesas, y después de unos minutos, nos encontrábamos unos jugando cartas, otros hablando de su vida, o cantando y bailando, o incluso cantando el “cumpleaños feliz”. En pocos minutos los rostros de los ancianos y sobre todo de los jóvenes cambiaron… fue un intercambio y convivencia muy enriquecedora por más de una hora. Después de ello, celebramos la misa, amenizando con el coro que formamos. D. Guillermo y D. Javier concelebraron juntos; en la homilía D. Guillermo nos recordó entre otras cosas, el espíritu misionero de San Francisco Javier, quien se fue a las Indias a Evangelizar. Después de la misa algunos fueron a dar de comer a los ancianos y acompañarles en la comida. Después nos juntamos todos en corro con la hermana Sor Elo, quien nos compartió su testimonio alegre de cómo Dios le conquistó el corazón y cómo ha sido su experiencia en hospitales con enfermos de cáncer, etc. y mientras tanto a algunos nos llenaba el corazón de gozo y paz. También nos habló de la necesidad que hay de visitar a los ancianos a sus casas y de ir a visitar las cárceles. A esta última propuesta se sumaron algunos interesados. Al final nos regalaron un calendario y un “Docat”. Con agradecimiento a Sor Julita, Sor Elo y a las demás hermanas, y en especial hacia los ancianos, nos despedimos muy contentos y con el compromiso en el corazón de repetirlo cada mes. Jose David
