Con paso firme hacia Dios
Como todos los años, la Delegación de Pastoral Juvenil propone un encuentro de verano abierto a todos los jóvenes que quieran participar. En esta ocasión se decidió optar por sumarnos al Camino de Santiago organizado por Acción Católica General para laicos de todas las edades y procedentes de los diversos lugares de España, una propuesta con una clara perspectiva misionera, sembradora y de comunión eclesial en la que nos llegamos a juntar más de mil trescientas personas. De ellas, un total de setenta jóvenes éramos de nuestra diócesis, provenientes tanto de pueblos como de la ciudad.
Comenzamos la peregrinación en Tui, andábamos por las mañanas y por las tardes celebrábamos la Eucaristía, íbamos a catequesis y participábamos en diferentes actividades (conciertos, veladas, etc.), cultivando tanto la parte lúdica como la espiritual. Antes de llegar a Santiago celebramos el sacramento de la reconciliación en el cual pudimos descubrir la gran misericordia con la que Dios nos trata a cada uno de nosotros. En general tuvimos buen tiempo, lo que nos permitió disfrutar de los paisajes y la buena compañía, sabiendo que no caminamos solos, pues todo el encuentro estuvo enfocado en el pasaje evangélico de los discípulos de Emaús bajo el lema “Salir, caminar y sembrar siempre de nuevo”.
El momento culminante llegó, sin duda alguna, cuando entramos en la Plaza del Obradoiro, nuestra meta. Allí nos esperaba también nuestro obispo auxiliar Luis, al que saludamos emotivamente y con quién nos hicimos varias fotos. Fue un momento de mucha alegría, emoción, lloros y abrazos comunitarios… no se podía esperar menos después de haber caminado tanto tiempo juntos.
Además, unos pocos nos quedamos en Santiago para participar en la III Asamblea General de Acción Católica y Encuentro de Laicos de Parroquia. En él reflexionamos e intercambiamos ideas sobre cómo lograr construir parroquias con actitud de salida tal y como nos plantea el Papa Francisco. Un gran reto que tenemos que abordar para convertir nuestras comunidades en parroquias misioneras, haciendo hincapié especialmente en la participación de los laicos dentro de la Iglesia. En definitiva, ambas experiencias han sido muy enriquecedoras y fructíferas al haber experimentado la alegría del Evangelio y la comunión eclesial.
Artículo en la revista Iglesia en Valladolid (nº 277) se puede consultar AQUÍ